¿Qué entendemos por equilibrio?
Responder a esta pregunta es el primer paso para entender porqué la alimentación es fundamental para nuestro bienestar, y esto va mucho más allá de las modas healthy —tantas de ellas sin pies ni cabeza— que ahora nos invaden por redes sociales.
Naturalmente, todo tiende al equilibrio.
Está explicado en la tercera ley de Newton, la de acción y reacción, y podemos verlo en los incontables ejemplos que rodean nuestra vida. La dualidad nos habita en todas sus formas y esto es parte del equilibrio.
Sin embargo, es difícil aceptarlo cuando nos venden la idea de que vivir en un estado casi perfecto de iluminación, amor y paz, en el que no hay cabida para las partes “menos luminosas” de nuestro ser, es el equilibrio. Claramente, a esa balanza le falta un peso.
Pero, ¿qué tiene que ver esto con la nutrición?
Mucho más de lo que imaginamos. La alimentación nutre todos los niveles de lo que somos: el cuerpo, la mente, la energía, las emociones y el alma (si creemos en ella). Sin embargo, hemos aplicado la misma concepción errónea de “equilibrio” a nuestra dieta, anteponiendo la razón a las verdaderas necesidades de nuestra parte física.
¿Sientes que te alimentas bien y de forma equilibrada? Veamos.
Son seis los nutrientes esenciales que deben formar parte de nuestra alimentación diaria:
- Minerales
- Vitaminas
- Proteínas
- Grasas
- Carbohidratos
- Agua
La naturaleza los produce todos, pero el porcentaje y la manera en que debemos consumirlos depende de diversos factores: dónde vivimos, cuál es el clima o estación, nuestra edad, estado de salud, estilo de vida, entre otros.
Me gusta comparar las dietas modernas con las dinámicas sociales para entender cómo hemos llegado a estar tan confundidos. Y es que en una sociedad en la que es tan imperante identificarse con una etiqueta que define la pertenencia a un grupo (y la separación a otros), la dieta viene a ser solo una categoría más. Ahí es cuando entra la radicalización y seguimos modas de manera absolutamente inconsciente, adoptando hábitos que ni siquiera sabemos si aplican a nuestras condiciones o necesidades, y mientras tanto los problemas crónicos de salud y la depredación ambiental siguen aumentando desenfrenadamente.
Lo digo por experiencia propia. Un buen día me volví vegetariana, dejé de comer proteína animal sin saber bien cómo reemplazarla —y no, los primeros resultados de Google no son una fuente confiable—, y mi cuerpo se volvió un poco loco. Volví a comer proteína animal esporádicamente porque sentía la carencia, sufrí durante varios años de fibromialgia (dolor crónico) sin entender qué me estaba pasando y probé todo lo “saludable” que encontraba en Google, hasta que hace menos de un año comencé a estudiar Macrobiótica y entendí lo que es una dieta verdaderamente equilibrada.
La explicación que me quitó los velos me sigue fascinando y es la siguiente: en estaciones o climas fríos, que en macrobiótica corresponden a la energía yin, la tierra produce alimentos yang que le dan al cuerpo los nutrientes que necesita para calentarse y compensarse. Asimismo, en estaciones o climas cálidos, que corresponden a la energía yang, la tierra produce los alimentos yin que hidratan el cuerpo y lo proveen de los nutrientes necesarios para funcionar en esas condiciones.
Antes de seguir quiero explicar un poco más sobre el yin y el yang; principios del Tao y de la medicina tradicional china que nos hablan de las dos energías complementarias que conforman el universo. La polaridad yin corresponde a la energía femenina, a la noche, el frío, la humedad, el invierno, la expansión, la voluptuosidad. Por su lado, la polaridad yin corresponde a la energía masculina, a la luz, el calor, la sequedad, el verano, la contracción, las formas pequeñas y compactas.
En el símbolo redondo y bicolor que todas conocemos, el espacio yin alberga una bolita yang y viceversa; pero al contrario de lo que pensamos, esto no significa que en toda luz hay un poco de oscuridad y en toda oscuridad algo de luz. En realidad, este símbolo nos habla de que una energía no puede vivir sin la otra, porque sin la fuerza de la gravedad (yang) presionando sobre la tierra, la energía yin de nuestro planeta haría que nos expandiéramos hasta el infinito. Y sin una fuerza expansiva sobre la cuál ejercer presión, la gravedad se contraería hasta desaparecer.
Así no más, observando detenidamente cómo nuestro planeta ha sostenido la vida por miles de millones de años, podemos entender lo que realmente es estar en equilibrio. Difícil de aceptar, eso sí. Sobre todo cuando vivimos en una era globalizada en la que los alimentos están disponibles en cualquier época del año, vengan de donde vengan y cuesten lo que cuesten.
Pero te das cuenta de que surfear la ola del equilibrio sí vale la pena cuando en tan solo dos meses te liberas del dolor crónico que ninguna otra terapia te ha podido aliviar, tu estado emocional se regula, tu mente trabaja de manera clara y tranquila, bajas de peso sin proponértelo y los exámenes médicos dicen que tu salud está mejor que nunca.
Parte esencial de la macrobiótica es saber analizar cada caso de manera individual, pero en líneas generales hay ciertos hábitos que todas podemos adoptar para una dieta saludable, balanceada y sostenible:
Proteína animal
Evitar consumirla todos los días, sobre todo en clima cálido, y preferir el pescado y las carnes blancas y orgánicas. Acompañarla siempre de un cereal integral ya que la fibra ayuda a la digestión. Los otros días, consumir proteína vegetal completa.
Proteína vegetal
Los cereales integrales (arroz integral, pasta integral, quinoa, cebada, avena) y las legumbres (arveja, lenteja, frijol, garbanzo, habas) constituyen una proteína completa cuando se consumen juntos. Consumir los días en que no se consuma proteína animal.
Carbohidratos
Son fundamentales, son buenos y no se deben dejar fuera de la dieta ya que son el alimento de nuestras células y nuestra fuente de energía. Los carbohidratos simples (harinas procesadas, azúcar blanca, frutas, miel, lácteos) suben la energía por momentos, ya que se absorben con rapidez. Los carbohidratos complejos (granos y cereales integrales, tubérculos y raíces, verduras, frutos secos y semillas, algunas frutas) son una fuente de energía sostenida y equilibrada.
Verduras
En clima cálido una porción de ensalada fresca al día viene muy bien. En clima frío, puedes optar por escaldar los vegetales (1-3 minutos en agua hirviendo), prepararlos en cremas, al vapor o salteados. Prefiere los vegetales locales y de temporada, y consume hojas verdes frescas o brotes todos los días para fortalecer el hígado.
Frutas
La mejor hora del día para comer fruta es al mediodía, cuando hace más calor y el cuerpo necesita refrescarse. Si se consumen en la mañana, procurar que no vengan directamente de la nevera. En clima cálido la fruta fresca es fundamental y en clima frío es mejor consumir las que son locales y de temporada, y asadas o en compota con especias.
Fermentos
Nuestra flora intestinal es un universo de maravillas: tiene más neuronas que la espina dorsal y su salud influye directamente en nuestra estabilidad emocional. Para nutrirla se puede consumir una pequeña porción de fermentos naturales (probióticos) todos los días, que se encuentran en productos como la kombucha, el kefir, el chucrut, el miso, el vinagre de manzana, el yogur griego o la salsa de soya. Muchos de estos productos los verás en los supermercados, pero asegúrate de comprar los que son artesanales y no pasteurizados. De lo contrario, los probióticos habrán muerto y no servirá de mucho.
Algas
Las algas contienen una concentración de minerales proporcional a la riqueza de su hábitat. Consumirlas 2-3 veces por semana, ayuda a alcalinizar la sangre y sus propiedades nutricionales exceden a las de algunas verduras. El alga nori, la de sushi, es muy buena, pero hay muchas otras opciones como la kombu, el agar, el cochayuyo, la hiziki, entre otras. Si tienes problemas de tiroides, no las consumas con frecuencia.
Y para cerrar vuelvo al inicio.
Dicen que somos el microcosmos del macrocosmos y creo que esto se aplica a todo en la vida. Así como debemos mantener un equilibrio en nuestra dieta, dándole a cada nutriente el espacio que necesita, debemos mantenernos en equilibrio, dándole a cada parte de nuestro ser el lugar que se merece.
Si cultivamos nuestra mente, cuidamos nuestras emociones y descuidamos nuestro cuerpo, no estaremos en equilibrio. Somos seres completos y, como en la película de Pixar Inside Out, cada parte debe poder comandar en lo que le compete y ocupar su lugar activamente.
Camila Franco
@camila.mariri
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