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La necesidad de querer

Actualizado: 7 feb. 2022

Necesitamos muy poco, pero esto no es fácil de aceptar.


Recuerdo las eternas discusiones en clases de Publicidad, cuando el profesor preguntaba si el marketing detectaba o creaba una necesidad. Para mí, la crea casi siempre. Para otros, las detecta y heroicamente llena ese vacío por el cual tanto hemos estado sufriendo.


Lo que tú decidas creer define dónde estás poniendo tu poder.


Hace unos días me desperté con una falsa necesidad en la mente. Con esa frase que nos decimos casi a diario y en diversas circunstancias, mientras una sensación de incompletitud nos invade: “necesito tal cosa”.


Minutos después, mientras me duchaba y mi conciencia seguía conectada con esos mundos sutiles que nos susurran verdades durante el sueño, pensé en lo innecesario de mentirme a mí misma diciendo que necesito algo cuando la verdad es que simplemente lo quiero.


Comencé a liberar ideas con la misma rapidez con la que el mago tira de una tela infinita albergada en un contenedor limitado, solo para entender lo poco empoderadas que estamos de nuestros deseos y lo tan acomodadas que estamos en el rol de la sutil víctima.


¿Qué hay de malo en querer algo e ir por ello solo porque sí?


¿Qué hay detrás de la mala costumbre de esconder nuestros deseos tras la máscara de la necesidad, como si así fueran más legítimos frente a uno mismo y los demás?


Necesitamos muy poco, y para las que accedemos a este tipo de información, casi todo está cubierto. En el plano material, necesitamos abrigarnos de acuerdo al clima, vivir en un lugar cómodo y seguro, alimentarnos saludable y equilibradamente, y mantenernos activos.


La libertad de querer está asociada a la individualidad y cada vez que nos convencemos de que lo que hacemos es por deber o necesidad, estamos perpetuando el juego de víctima/victimaria en nuestra vida y la de nuestro núcleo. Perdemos libertad.


Jugamos el rol de víctima porque anulamos nuestra capacidad de querer algo distinto a lo que es avalado por los demás. Además, porque al llenarnos de necesidades ilusorias entramos a una realidad de carencias que nunca van a ser completamente satisfechas. Y jugamos el rol de victimaria porque, con nuestro ejemplo y postura, estamos censurando la libertad de los que apenas están llegando y aprendiendo a vivir a nuestro lado.


Cuando mapeamos nuestras verdaderas necesidades, las diferenciamos de nuestros deseos y comenzamos a tomar decisiones de acuerdo a esto, ganamos empoderamiento. Sentimos la satisfacción inmensa de tener nuestras necesidades cubiertas, de trabajar para cubrir las que faltan, y la libertad de escoger qué deseos cumplimos y cómo lo hacemos.


Porque cuando los deseos dejan de ser necesidades, dejan de poseernos. Nosotras los poseemos a ellos.

Necesitamos muy poco, aunque en el plano emocional necesitamos más. Necesitamos amor, respeto, contención, apoyo, reconocimiento, libertad, seguridad, desafíos, juego, estabilidad. Necesitamos formar parte de un círculo familiar y social sano, que respete nuestra individualidad y nos motive a superarnos, a celebrar la vida, a respetar las diferencias y a vivir en gratitud.


Y sin embargo, esto es lo que vemos como un lujo que casi no nos podemos dar. Raramente nos despertamos y decidimos satisfacer nuestra necesidad de paz con el mismo ahínco con el que satisfacemos la “necesidad” de comprar zapatos.


Los anhelos de nuestro corazón son como utopías inalcanzables que no están disponibles en la vida real, y entonces llenamos ese vacío con un mundo de “otras necesidades” que nos muestran su verdadera naturaleza al ser tan fáciles de comprar y tirar. Necesitamos ser libres de vivir la vida que queremos y alcanzarla por nuestros propios medios, sin tener que justificarnos tras el victimismo de la necesidad.


Necesitamos empoderarnos de nuestros deseos sin miedos ni vergüenzas ni violencias, porque solo así podremos romper el ciclo de sometimiento a lo “convencional”. Y solo así, con el ejemplo, las generaciones por venir se sentirán libres de vivir lo que vinieron a vivir, y dejarán de culpar el resto por la encarcelación de su espíritu.


Necesitamos querer con libertad.



Camila Franco Estrada

@camila.mariri

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